Luna.

            Recuerdo cuando te vi aquella vez, bañada en el resplandor claro de la luna llena. Fue ella quien me inspiró a confesarte mi amor esa noche de luz sin nubes. También fue la única que presenció cómo rompiste mi corazón con tu respuesta. Desde esa noche y por un largo tiempo no pude dirigirle la mirada a ella, tu confidente. Y ella, avergonzada, fue hundiéndose en la oscuridad del espacio; justo como yo, destrozado, fui hundiéndome en la sombra del desamor.

            Pero no desesperes, amor, pues no todo está perdido, con el paso del tiempo he pensado y comprendido. No todo fue malo. Ella y yo pudimos hacer las paces. Y en noches como esta, le agradezco a ella por traer consigo los recuerdos de nuestro amorío.

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